El Irish Wolfhound, el perro más alto del mundo

Es el cambio de guardia en el Buckingham Palace. Encabezando el regimiento de la Irish Guard se encuentra Domhnall, un espectacular lobero irlandés que no deja indiferente a nadie del público, el cual se arremolina expectante tras de las vallas para ver el vistoso desfile. Este regimiento es el único que tiene permitido desfilar con su mascota, la cual encarna una tradición iniciada por 1902, cuando el Irish Wolfhound Club les regaló a su primer lobero llamado Brian Boru.

De reciente creación, pero que revive un espíritu muy antiguo, el actual Irish Wolfhound es el resultado de la pasión de un Capitán inglés que quiso conquistar el sueño de revivir a la imponente raza celta. Sueño que archivó y, gracias al cual, nos legó no sólo al más grande de los lebreles, sino que también el más alto de entre todas las razas caninas reconocidas.

ORIGEN E HISTORIA DEL LOBERO IRLANDÉS

La historia del lobero irlandés ahonda sus raíces en los primeros lebreles de Oriente Medio, introducidos en Europa por los fenicios en torno al siglo X AEC. Desde el continente, fueron introducidos en Irlanda por los celtas, quienes llegaron a la isla atlántica en torno al siglo XVII AEC. El territorio en el que se encontraban presentes era amplio, gracias a que los celtas los llevaban consigo a las nuevas tierras en las que se establecían. Entre ellas se encontraba Escocia, siendo el Wolfhound el antecesor directo del Deerhound, el lebrel escocés.

Estos perros eran empleados por los celtas para la caza, la guerra y la defensa de sus propiedades, pero sólo podían pertenecer a los reyes y familias nobiliarias, determinándose la cantidad de ejemplares según la posición que regentaban. Eran tan valorados que se ofrecían como regalos a personajes importantes y se les inmortalizaba en joyas y abalorios.

Pero no sólo fueron apreciados por los celtas, los romanos los hicieron famosos en todo el Imperio gracias a su tamaño y fuerza, como así lo atestiguan numerosos escritos clásicos en donde se narran los combates en las arenas del anfiteatro en los que los hacían participar.

Con el devenir de los siglos, se fueron desarrollando líneas raciales diferenciadas según su ubicación geográfica y finalidad. Existen referencias históricas desde el siglo XV de las diferentes líneas denominadas entonces como rough or wire haired Greyhound, Irish Greyhound, English Greyhound, Scotch Greyhound, Scottish Deerhound y Highland Deerhound. Todas ellas se iban definiendo como razas diferenciadas según su cometido, pero aún compartían grandes similitudes.

En este caso, el lebrel irlandés se fue especializando para la caza del lobo, actividad de la que adquirió su nombre Wolfhound. Esta realidad fue su condena como raza, dado que su destino estuvo íntimamente ligado al fatídico sino del lobo irlandés. A partir del siglo XVI comenzó el declive del lobero y en 1952 se dictó la prohibición Cromweliana en la que se impedía su exportación a otros países, dado su alta demanda tras haberse convertido en un regalo común entre mandatarios. A pesar de estos intentos, una vez extinta su principal presa, el lobero corrió la misma suerte. Se mantuvo en ciertas familias como animal de compañía, pero degeneró como especie al cruzarse con especies más populares como el Gran Danés.

En el siglo XIX, los loberos irlandeses eran extremadamente raros de encontrar, existiendo algunos ejemplares en zonas remotas de Irlanda. Coincidiendo con el Renacimiento Céltico, un entusiasta de la raza se propuso revivir al lobero irlandés y centró todos sus esfuerzos en lograrlo. El Capitán inglés George A. Graham se estableció en Gloucestershire (Inglaterra) tras retirarse de la Armada Británica y en 1862 comenzó su trabajo. 23 años más tarde logró establecer el estándar de la raza, una raza creada con algunos ejemplares existentes que habían sido cruzados con Gran Daneses, Deerhounds, Borzois y Mastines Tibetanos.

La llegada de la Primera Guerra Mundial supuso un duro periodo para la raza. Las difíciles circunstancias de vida y los problemas de abastecimiento hacían muy complicado el poder alimentar a los perros, especialmente a las razas grandes. Como medida extraordinaria, el Kennel Club, con la aprobación del Gobierno, prohibió el registro de nuevas camadas desde septiembre de 1917 hasta el final de la guerra. La población de lebreles irlandeses se redujo y consigo la diversidad genética de la raza. La misma situación se repitió con la Segunda Guerra Mundial, cuando numerosas familias decidieron sacrificar a sus perros antes de que fallecieran por inanición. Aún así, la raza continuo, pero en un menor número, dado que muchos ejemplares fallecieron por enfermedades y vejez.

En la actualidad, los loberos irlandeses se han convertido en un símbolo nacional de Irlanda, dejando atrás su original cometido de cazador para convertirse en un increíble perro de compañía.

CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DEL LOBERO IRLANDÉS

El estándar oficial del lobero irlandés fue establecido por la Federación Cinológica Internacional en el 2001. Clasificada en el grupo 10 sección 2 como lebreles de pelo duro, sus características físicas son:

  1. Esperanza de vida: entre 6 y 8 años.
  2. Talla: gigante.
  3. Altura: entre los 81 y 86 cm.
  4. Peso: entre 40 y 54 kg.
  5. Complexión: delgada y robusta.
  6. Extremidades: largas y musculosas.
  7. Ojos: redondos y oscuros, con párpados de color oscuro.
  8. Orejas: pequeñas y en forma de rosa.
  9. Hocico: largo y puntiagudo, con la trufa negra.
  10. Mandíbulas: con mordida en tijera, aunque se acepta en pinza.
  11. Cuello: largo, fuerte, musculoso y arqueado.
  12. Cola: larga, gruesa, ligeramente curvada y bien cubierta de pelo.
  13. Pelo: fuerte y duro en todo el cuerpo. Sobre los ojos y debajo de la mandíbula es más largo y con textura de alambre.
  14. Colores del manto: gris, atigrado, rojo, negro, blanco puro, leonado y cualquier otro color que aparezca en el deerhound.

El lobero irlandés no sólo es el más alto de entre los lebreles, sino también entre resto de razas caninas. Aún así, su tamaño no limita sus capacidades, pudiendo recorrer grandes distancias a pleno galope. Además, su selección genética los han moldeado para la caza, siendo la perfecta combinación de fuerza y agilidad con vista de águila.

CARÁCTER DEL LOBERO IRLANDÉS

Los loberos irlandeses son perros amables y muy cercanos, a pesar de que por su tamaño más de uno se sienta intimidado. Tras este imponente perro se esconde un compañero fiel que disfruta de la convivencia familiar y de largas siestas en el sofá. Aunque sea un lebrel, la timidez no es uno de sus rasgos distintivos y se suele mostrar tranquilo y amigable cuando conoce a nuevos perros así como a humanos, tanto niños como adultos.

Son perros muy inteligentes que aprenden rápido con la motivación adecuada, siendo la educación en positivo la que mejores resultados ofrece. Este modelo de educación se centra en los refuerzos, relegando los castigos y el uso del miedo al olvido, evitándose así futuros problemas de comportamiento mientras se refuerza el vínculo humano – canino.

Como todos los cachorros, los loberos pueden ser un poco trastos, pero de adultos se convierten en perros muy tranquilos que disfrutan de la calma de su hogar frente a cualquier otro plan. Aún así, hay que evitar que sean perros inactivos introduciéndoles un poco de ejercicio diario para evitar futuras dolencias, siendo su rutina ideal de ejercicio un paseo de media hora con unos minutos de carrera a su ritmo y en libertad.

A pesar de su pasividad, no debemos olvidar su instinto de caza de presas en movimiento, por lo que debes cuidar su socialización y los espacios en los que lo sueltas. Es recomendable que tenga contacto con pequeños mamíferos, como conejos y gatos, en su etapa de socialización, además de entrenar bien la llamada para que acuda a ti cuando se le presente un estímulo.

ENFERMEDADES DEL LOBERO IRLANDÉS

El lobero irlandés se puede ver afectado por una serie de patologías más frecuentes en su grupo racial:

  1. Enfermedades cardiacas.
  2. Cáncer, especialmente osteosarcoma.
  3. Dilatación gástrica.
  4. Torsión gástrica.
  5. Neumonía.
  6. Shunt portosistémico.
  7. Problemas articulares.
  8. Megaesófago.
  9. Atrofia progresiva de la retina.
  10. Hipotiroidismo.
  11. Hemofilia.
  12. Higromas.

CUIDADOS DEL LOBERO IRLANDÉS

El lobero irlandés no necesita grandes cuidados diarios gracias a sus características. Esta raza tiene un doble manto, desaliñado y áspero en el exterior y suave en el interior, que va renovando durante todo el año, no con mudas anuales como otras razas de pelo corto. Un cepillado semanal o cada dos semanas bastará para mantenerlo sano y libre de pelo muerto.

El mayor cuidado que se debe tener se centra en su etapa de desarrollo de cachorro. Esta raza crece muy rápidamente en un corto periodo de tiempo, por lo que es importante procurarle una alimentación de alta calidad y un seguimiento veterinario para asegurarnos de que su desarrollo es adecuado. Tampoco se les debe forzar a hacer ejercicio, incluyendo largos paseos, hasta que su desarrollo corporal finalice (sobre el año, año y medio de edad).

Hay que tener presente que los loberos son propensos a desarrollar problemas articulares, por lo que no se le debe forzar a hacer ejercicios en las que sus articulaciones se puedan ver afectadas aunque el perro ya sea adulto, como pueda ser el mantenerse en sobre sus patas traseras. Hay que extremar sus cuidados a nivel óseo y muscular durante todas las etapas de su vida para disfrutar de un perro lo más sano posible.

Como con el resto de perros, se debe acudir periódicamente al veterinario para su vacunación, desparasitación y revisiones de salud. También se debe mantener una rutina estable de paseos diarios y de alimentación, adecuada a su gran tamaño.

TÚ Y TU LOBERO IRLANDÉS

¿Eres uno de los afortunados que comparte su sofá con un lobero irlandés? Pues no esperes más para compartir tu experiencia con nosotros. Anímate y déjanos un comentario contándonos vuestra historia. ¡Nos morimos de ganas por conocerla!

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